viernes, 14 de septiembre de 2012

Alberto Chessa, La osamenta


De noche

De noche,
Cuando todas las luces han cesado
Me asomo para comprobar
Que en las casas de enfrente
Hay siempre iluminadas tres o cuatro ventanas.
Observo de reojo, como en teatro de sombras,
Siluetas de otras vidas,
Carentes de atractivo y atributo mayor.
A veces les construyo diálogos imposibles,
Alguna riña destemplada,
Algún verso de amor redondeado
Por el haz que desprende a pocos metros
El aparato de televisión.
Y aunque sé que no es cierto,
Acabo dando vueltas en la cama
Pensando
Que ellos sí son felices.

Alberto Chessa

4 comentarios:

Carmen dijo...

Eso nos pasa a todos siempre pensamos que los otros si que han encontrado su porción de queso y que es más grande de lo que se esperaban.
Con ese convencimiento seguimos corriendo en una carrera sin fin por ver si algún día nosotros también encontramos nuestra porción de queso.
Un saludo

EL PERRO VERDE dijo...

Creo que uno nunca es tan feliz como planea serlo,
saludos

Alberto Chessa dijo...

Abrazos desde España (o lo que nos están dejando de ella), Perro Verde. Mi gratitud infinita por publicar el poema. Enhorabuena por el blog. (Y sí, estoy de acuerdo en tu comentario sobre la felicidad. El poema es trasunto de eso, sin duda).
Alberto Chessa

EL PERRO VERDE dijo...

Alberto gracias por tu comentario y por comunicarte con nosotros.