sábado, 18 de mayo de 2013

YI SANG/1910-1937



Pocas palabras a modo de presentación. Un poema acaso sería suficiente para acercarse a alguien que ya no está. Yi Sang torció la literatura coreana del siglo XX. Sus poemas experimentales fueron  a buscar detrás de los espejos la imagen descompuesta de una realidad absurda.


POEMA 15



1

Estoy sin espejo dentro de la sala. El yo del espejo no
está aquí. En este momento estoy temblando por miedo al
yo del espejo. ¿Por dónde andará el yo del espejo, y qué estará
tramando contra mí?


2

Arrullado por el pecado me dormí en un lecho frío.
Yo no me hallaba en un sueño transparente. La bota militar
que calzaba la pierna postiza manchó de lodo mi sueño blanco.


3

Sigiloso me deslizo en la sala del espejo para librarme.
Sin embargo, el yo del espejo entra, con la cara triste, a su vez.
El yo del espejo me comunica sus impresiones: yo soy su prisionero,
así como él es prisionero mío… y se estremece.


4

Mi sueño, del que estoy ausente; mi espejo, del que está ausente
el otro yo. A pesar de su impotencia, alguien persigue mi soledad.
Decidí aconsejar el suicidio al yo del espejo, y le indiqué una ventana
irreal. Esa ventana está destinada al suicidio, solamente. No obstante,
él me enseña que si yo no me suicidio, él no podrá hacer otro tanto.
El yo del espejo es casi un ave fénix.


5

Después de sellar mi corazón con un blindaje de acero,
disparo contra el pecho izquierdo del espejo. La bala perfora
su pecho izquierdo, pero su corazón está en el derecho.


6

La tinta roja brotó del falso corazón. He llegado tarde al sueño
en que me condenaron a muerte. Yo no ejerzo dominio sobre
mi sueño. Un gigantesco pecado les impide estrecharse las manos.


                                                                                                   8 de agosto de 1934






De A vista de cuervo y otros poemas.
Traducción: Whangbai Bahk. Editorial Verbum. Madrid, 2003